No hay razón para vivir

Ahí me encontraba como hipnotizado mirando el vacío que se abría desde las puntas de mis zapatillas y finalizaba nueve pisos más abajo, donde se movían, como si fueran de juguete, automóviles y personas. Pensaba en la sorpresa de quienes me vieran caer de improviso y en el estrago que causaria en algún vehículo o toldo. El vacío adquiría la forma de la hermosa mujer de mis sueños y me decía "¡ven!; y me repetía "¡ven!". Una suave brisa me acariciaba produciéndome un leve escalofrío. La adrenalina iba en aumento y me llevaba a un estado de turbación que me hacía confundir los planos de altura y mis pensamientos con la realidad. Y ya volaba como un pájaro o me dejaba llevar por el vértigo de la caída libre; ya llegaría el impacto, pero ahora disfrutaba. Atrás quedaban las razones que me impulsaron a esta decisión. Ya ni las recordaba ni me importaban. El vuelo se prolongaba, el aire me golpeaba la cara; planeaba con los brazos abiertos; el placer me embargaba. Alcancé a distinguir la crispacion en la cara de una mujer que gesticulaba desde un balcón mientras me veia pasar. Los hombrecillos desde la calle miraban hacia arriba y señalaban. Me sentía Superman. De pronto, como de ultratumba, escuche un grito sordo: "¡tarado que estás por hacer!" (¿qué estoy por hacer o qué estoy haciendo?) ¡no hagas esa locura!- repitieron. Mi mente se sacudió y mis ojos se clavaron en la punta de mis zapatillas que seguían a nueve pisos del suelo.
-!Van a hacer un campeonato nuevo, vamos a seguir en primera, boludo!
En ese instante sentí terror. Mis piernas se pusieron rígidas y como pude hice un paso atrás bajando de la cornisa. Mi cerebro era una coctelera. Como un autómata me dejé llevar del brazo mientras balbuceaba: River es de primera, River es de primera, River....

Gringotilo

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