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Mostrando las entradas de enero, 2013

Gracias a la vida (Un día lluvioso)

L a estridente campanilla del despertador inundó la habitación. Las agujas indicaban las cinco y treinta de la mañana. Daniel sacó displicentemente un brazo de abajo de la manta y después de varios manotazos consiguió silenciar el diabólico aparato. Miró para todos lados con la manta hasta la altura de la nariz, como quien no sabe adonde está y se concentró en la ventana por donde se colaba una tenue luminosidad. Se percató de que llovía; escuchaba el agua que golpeaba contra la persiana. Instantáneamente se sumergió bajo las sábanas, acurrucándose. Lo invadió la idea de no ir a trabajar; no quería mojarse y además era una de esas oportunidades que brindaban la excusa justa para zafar del yugo diario y disfrutar del ocio transgresor que es el que más satisfacciones brinda. Daniel trabajaba en una oficina pública a diez cuadras de su domicilio. Las hacía a pie todos los días junto a Eva, su esposa, que lo acompañaba hasta dos cuadras antes. Allí se separaban y ella se dirigía a su traba