La carrera politica y los millones necesarios

Temas que nadie toca en campaña

Evidentemente estamos viviendo un enero políticamente tan caliente como la temperatura veraniega. Se han anticipado los movimientos electorales y empiezan a aparecer los afiches de todos los que pretenden ser candidatos a algo. Para la presidencia y para la gobernación son pocos ( al menos en Córdoba) y más o menos previsibles. En cambio para la intendencia de nuestra ciudad abundamos. Algunos dicen que aspiran a ese cargo pero todos sabemos que es para negociar una concejalía u otro lugar en las listas; otros directamente instalan su nombre para lo que venga. Casi todos esperan que el dedo decisorio o los arreglos que se hagan tengan en cuenta esas pretensiones. Es parte de la lógica de la política de los últimos años.

Dentro de esa lógica, que empobrece aun mas esta democracia (que, aunque así, menos mal que la tenemos), es la necesidad de contar con aparatos millonarios.

Las reformas a las leyes electorales en el orden nacional y provincial han sido mezquinas y en muchos aspectos mas restrictivas que antes a la ampliación de la participación electoral. En lo que hace al financiamiento de las campañas, si bien la ley provincial 9571/08, de aplicación supletoria en las elecciones municipales, limita sustancialmente los aportes de particulares y prohíbe el anonimato – lo que es muy bueno – sigue favoreciendo a los partidos tradicionales al distribuir solo un 30 % de los espacios electorales en forma igualitaria. El otro 70% se distribuye proporcionalmente a los votos obtenidos por cada fuerza y si fuera nueva obviamente que no le toca nada de ese porcentaje. Los aportes privados en las campaña son fuentes de corrupción porque hay miles de forma de evadir su control y generalmente se superan los limites impuestos por la ley y se oculta su origen. Estos aportes generan compromisos que después se devuelven con favores estatales o tienta a los funcionarios a “hacer caja” desde el estado para armar aparatos políticos millonarios que les permita seguir compitiendo con éxito en la carrera política.

El derecho de cualquier ciudadano común a ser elegido para un cargo publico si se siente capaz, formado y con ideas, es una utopía y más en estos tiempos donde la imagen y los gestos captan mas votos que las ideas y las propuestas. El candidato es un producto comercial más al que hay que vender con una buena estrategia publicitaria y eso cada vez cuesta más. Por eso también en general los que gobiernan – salvo honrosas y valiosas excepciones pasadas y actuales - terminan siendo administradores de los intereses de los que mas tienen y a los que no quieren enfrentar.

Las campañas electorales deberían ser totalmente financiadas por el Estado y que todos puedan tener las mismas oportunidades de poner a consideración de la ciudadanía sus ideas y planes de gobierno, lo que seria mucho mas transparente y también una forma de incentivar a los electores a profundizar el conocimiento de las propuestas.

Cada candidato aspira a “armar” su aparato partidario y no desprecia ningún medio. O es millonario o se corrompe por sostener su carrera política – insisto en que hay y hubo saludables excepciones, pero éstas confirman la regla. Ese es otro de los problemas de esta democracia. La ambición por ascender en el escalafón político hace que en muchos casos utilicen el cargo para el que han sido elegidos, no para solucionar problemas del pueblo, sino como trampolín para acceder al que sigue. Por eso tampoco se planifica a largo plazo, sino que se gestiona a los efectos de que al fin del mandato se puedan mostrar obras que den votos. No se hace lo importante sino lo que electoralmente conviene.

En mi caso solo aspiro solo a ser intendente y si fuera posible por dos períodos, ya que hay políticas públicas que no obtienen resultados dentro del limitado tiempo de una gestión. Después, si hice las cosas bien habrá quien pueda seguir con esas políticas y yo me retiraré satisfecho a militar desde el llano.

Mi trajinar en bicicleta por los barrios de Córdoba con esa pretensión, además de promocionar su uso como medio de transporte saludable y no contaminante, intenta reivindicar el derecho de cualquier ciudadano que se sienta capaz y que tenga ideas, de tener la posibilidad de ser conocido, de ser reflejado por los medios y conocidas sus propuestas por los ciudadanos. Si llego a la intendencia pondré en marcha políticas para una administración y una ciudad de los próximos veinte años. Una de esas medidas será la de aprobar un sistema electoral municipal que permita la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos.

Alberto Hernández



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