Tarjeta amarilla


Ella estaba frente a la puerta de entrada de su casa (después lo supe), tratando de hacer girar la llave para abrirla, cuando yo pasaba por detrás. En ese instante - seguramente por coquetería - dobló la pierna derecha incrustándome el taco aguja justo abajo de la rodilla.
- Uy perdón – balbuceó.
- Full y tarjeta amarilla – contesté yo tratando de reírme para disimular el dolor.
Ella se sonrió e insistió para que ingresara y poder curarme. Luego las cosas pasaron muy rápido. Nos fuimos a vivir juntos.
Hoy andamos a las patadas pero ya no nos causan gracia.

Gringotilo

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