Diario de la accidentada epopeya de recorrer sudamérica. De como se frustró y otras desventuras

Capítulo V

De nuestro paso por Santiago, de como nos instalamos en Reñaca, de mis cavilaciones existenciales y de la trascendente decisión que adoptamos en dicho lugar


Mi diario tenía sus idas y vueltas y yo escribía cuando me inspiraba así que continué relatando la estadía en Santiago cuando ya estábamos cómodamente instalados en un camping de Reñaca, en Viña del Mar:


"Voy a hacer un resumen porque voy bastante atrasado. En Santiago la pasé bastante bien el primer día cuando empezamos a ver la gente, a descubrir las cosas de la ciudad y a comprar diarios y revistas. Terminamos el día en el Cerro Santa Lucía de donde se ve todo Santiago (…) En el Hotel nos dejaron quedar pero nos pasaron a unas piezas en el piso de arriba. Allí estuvimos más cómodos pero nos subieron la pieza a $ 200."




El Hotel Serrano, como su nombre lo indicaba quedaba en la calle Serrano numero 235, era un hotel para parejas, bastante modesto, pero al menos tenia sábanas limpias y agua para tomar mate. En el piso de arriba había unas habitaciones que no se usaban, que daban a una terraza y que nos permitieron contar con más espacio e intimidad. De esa forma creamos un ambiente familiar al margen del movimiento amatorio del piso de abajo.


Al llegar el día, Santiago nos pareció otra ciudad. Daba la impresión de que su gente renacía cuando la luz espantaba los fantasmas de la noche que tugurizaban la ciudad. La atmósfera nocturna era pesada y se olia el terror que había impuesto la dictadura. Era un olor que conocíamos bien. No obstante el sabernos fuera del alcance de las garras de nuestros dictadores, nos daba la engañosa sensación de que esa era una dictadura ajena, que no era problema nuestro.



Allí estábamos como observadores, asombrados por reflejos, temores y angustias de nuestros hermanos trasandinos que también acompañaban en forma inseparable nuestros días en Argentina, respirando un aire de libertad en medio de semejante sistema de opresión. Curiosa y paradojal sensación.

Pero llevábamos los muertos dentro de nosotros. Partes de ellos éramos nosotros mismos o pedazos de nosotros mismos que disputaban con la muerte la posesión de nuestro cuerpo y alma por el derecho a ser. Ese era el conflicto que albergábamos y que se expresaba en forma de intolerancia, de puteada, de agresión contra el próximo o contra el primer objeto golpeable, porque no podíamos descargarnos con los hijos de puta. No nos aguantábamos a nosotros mismos. Esa lucha se llevaba buena parte de nuestra energía. Nos quedaba a veces un resto que entre round y round nos dejaba recibir los estímulos externos. Tengo la sensación, después de tantos años, que debía dolernos la cabeza casi en forma permanente por la presión cerebral. Y eso lo expresaba en mi diario:


"El día siguiente empezó mal. Marta me reprochó no se que pelotudez y me sacó de mis casillas, fue la segunda vez en el viaje. Hasta allí yo venia bien. De ahí en más y durante casi todo el día estuve embolado. con ella, con los chicos, con Juan y Elba y conmigo mismo. En cualquier lado me sentía mal. Estuvimos en el Cerro San Cristóbal y casi ni lo vi. Recién me sentí mejor cuando volvíamos a casa a comer como a las cuatro P.M. (como dicen acá). A la noche fuimos a ver Chicago (con Nélida Lobato, ¿te acordás lo buena que estaba?).Esa noche encontramos un tipo que nos encaró diciendo: 'señora me han robado $ 5000' y después se alejo gritando 'Chile es un país de ladrones y contrabandistas."

"Era sábado y los sábados no hay toque de queda. Sin embargo parece que los hábitos se extienden a todos los días. Muy poca gente en las confiterías a eso de la una de la mañana y casi todos los boliches cerrados o en tren de cerrar."


Le preguntamos a un chango (1) si podíamos encontrar algo abierto. Nos dio unas indicaciones y al decirle que ya habíamos pasado por ahí y lo habíamos visto cerrado nos dijo que no sabía y (agrego:) no pasa nada en esta país de mierda."

"Terminamos el día en forma regular. Al días siguiente, domingo, salimos después de comer para Viña del Mar" El auto nos dio descanso ese día después de haber concluido el mecánico su labor así que el viaje a Viña fue tranquilo.


Este viaje nos permitió liberar, aflojarle el corsé - al menos a mí por primera vez- a la lucha interior. Empezar a desmenuzar, a reconocer los elementos primarios de esta búsqueda de una nueva identidad; este intento de rehacer desde los despojos, el proyecto de vida que quiso destruirnos la dictadura. No es casual que el diario contenga tantas observaciones sobre mis reacciones antes los mas diversos estímulos externos y sobre mis propias emociones y pensamientos que bullían dentro de mi cabeza: " Estoy un poco disgustado conmigo mismo y eso me impide disfrutar todo lo que podría. En realidad no estoy haciendo lo que quisiera. Para hacerlo pienso que debería haber viajado solo. Inclusive sin Marta. Estoy dejándole la iniciativa a Juan y al final por no discutir (no se muy bien si es por eso) no peleo mi punto de vista. También es cierto que no tengo una necesidad imperiosa de hacerlo: creo que el viaje tiene para mis objetivos (que son muchos y disímiles: conocer situaciones de la gente, la sit. Política, descansar, leer, escribir, hacer camino, etc.) muchas limitaciones. yo me dejo estar y me resigno a hacer lo que ellos (todos ellos) quieren."

"A veces, me parece que la pasaría mejor estando una semana o más en un sitio (como este, o tal vez en santiago) de manera de poder tener momentos de tranquilidad y no estar viajando constantemente."



"los planes primitivos eran ir despacio. Hasta ahora no se han cumplido o mejor recién se están empezando a cumplir. Pero hay tendencias que indican que vamos a seguir haciendo Km. Lo que pasa es que Juan tiene que presentarse en el trabajo el día 5 de febrero, el postergaría esa fecha hasta el 12 o sea que un viaje programado para un mes, lo tenemos que hacer en 20 días. Por eso también estoy enojado conmigo mismo, porque yo tenia claro que el viaje debía ser de por lo menos un mes, para que no se convierta en una odisea y no lo pusimos o no lo puse en claro por no crear un clima difícil o no troncharle las ilusiones a Juan que estaba embalado con el viaje. La cuestión es que opté por lo más fácil en ese momento: dejarme llevar por la corriente. Por supuesto también que no tenía las cosas muy en claro porque a pesar de que fueran menos días, lo mismo tenia ganas de hacerlo. Tenía una leve confusión de ideas, propia de la situación poco clara por la que estoy pasando. Se me mezclaban y aun hoy, las ganas, los deseos, con las cuestiones objetivas. Eso me llevó y me lleva a no tomar decisiones, a dejarme llevar..."
¡Un psicólogo a la izquierda, urgente! (diría Alfonsín o Ubaldini cuando todavia políticos y sindicalistas convocaban multitudes). Pensándolo bien, si no hubiera sido un viaje tan improvisado tendríamos que haber contemplado la posibilidad de llevar uno dentro del equipo de viaje. De paso nos habría servido para empujar el auto y ayudar a Juan a succionar de la manguerita de la nafta ya que estos profesionales son especialistas en hacer salir las cosas de adentro.

Llegamos a Viña del Mar el domingo 28 de enero.

“Viña del mar, lunes 29 de enero. En realidad estamos en Reñaca a 7 km al norte de Viña yendo por la costa. Es una especie de barrio de Viña en las afueras, como decir el Alfar en Mar del Plata. Estamos instalados en un camping que encontramos después de muchos dudar. Es una belleza. Esta en lo alto de uno de los cerros que dan al mar. Tiene bosquecitos y caminos pavimentados en su interior con baños con agua caliente, lugar para lavar la ropa y los platos, luz eléctrica etc. y además rebarato. Nos cobran $ 150 pesos por día por carpa o sea aproximadamente 450.000 pesos argentinos (en esa época éramos todos millonarios) y tenemos la playa ahí nomás, a cinco o seis cuadras. Una playa muy linda.”
"Viña del Mar, 2 de febrero. He pasado varios días sin escribir. Pasa que me dio un poco de fiaca. Todo el tiempo lo aproveché para 'vivir a pleno el verano'. Nos han tocado unos días esplendidos, así que "mucha playa y vida al aire libre."
Aquí hemos pasado los mejores días del viaje. Contra lo que yo pensaba no hemos seguido viaje. Nos desalentaron mucho para cruzar el desierto hasta Arica y como para el sur no nos interesa hemos resuelto (hoy) quedarnos hasta el domingo que viene y salir para Santiago. Aprovechar lunes y martes allí y partir para Los Andes (Elba y Juan quieren ver minas) para seguir rumbo a Argentina."



Pedí la reunión apenas nos instalamos en Reñaca. Nos sentamos en rueda frente a la carpa y empezamos a hacer circular el mate. Miren cumpas – comencé a decir – Yo me había ilusionado mucho en hacer este viaje por parte de Sudamérica, pero así, en estas condiciones con el auto que se rompe a cada paso no creo que sea buena idea seguir. Sobre todo porque se nos achicaron los plazos y para llegar a tiempo para que empiecen a trabajar ustedes, vamos a tener que redoblar la marcha Y la verdad es que no me hace ninguna gracia andar corriendo como hasta ahora. Tenemos mas de 1900 km hasta Arica y tenemos que atravesar muchos km de desierto y salares ¿Ustedes creen que los chicos van a aguantar? ¿Se imaginan que se nos pare el auto en medio del desierto? ¿Que nadie nos auxilie? – a mi se me venían a la mente las películas de la legión extranjera y todas las de cow boys y me veía arrastrándome deshidratado clamando por una gota de agua.



En conclusión muchachos – proseguí – Yo creo que mas allá de nuestras ilusiones tenemos que ser realistas y postergar el viaje por Sudamérica. Pienso que debemos quedarnos acá y aprovechar estos días que nos quedan, para descansar.



Dicho esto miré a todos esperando una réplica. Marta movía la cabeza de arriba a abajo mientras decía que estaba de acuerdo conmigo, Juan puso cara de disgusto y balbuceó alguna protesta y Elba dijo: “Juan, nos quedamos acá”.



De esta manera pusimos fin a nuestra pretensión de emular al Che y a Granados y decidimos quedarnos a gozar del sol y del mar de Reñaca, como si hubiéramos presentido la imperiosa necesidad de guardar energias para la que sería una accidentada travesia del regreso.
Atras de nosotros el sol se hundía en el mar tiñendo de añil el horizonte y poniéndole un marco espectacular a nuestra decisión.
(1) Chango: muchacho, pibe, chico, etc . ya se usa poco y nada el término en Córdoba pero en esa época si, producto de nuestra convivencia con estudiantes santiagueños, riojanos, tucumanos y salteños.
Gringotilo
Proximo Capítulo: De como superamos nuestros conflictos y empezamos a vivir las vacaciones.



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