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Mostrando las entradas de octubre, 2010

La puerta

Pasé por el corralón y la vi; apoyada contra una pila de maderas y cubierta de polvo. Era una puerta de cedro macizo, con tableros y herrajes de bronce, exquisita y artísticamente trabajados. Debía medir no menos de tres metros de alto por un metro y medio de ancho. Desde ese instante la quise para mi. El dependiente me explicó que tenia como ciento veinte años y que había sido parte de una de las entradas del palacete de una familia tradicional de la ciudad. Habían transpuesto esa puerta, aferrado su picaporte y apoyado en su marco, innumerables damas y caballeros de renombre; ilustrísimos personajes de épocas glamorosas y mucho poder; algún revolucionario o caudillo. Indudablemente ese pedazo de madera era historia viva. Cuando le pasé la mano, la olí y apoye mi oreja contra ella, pude sentir su vibración, los aromas a acacias y jazmines, los mumullos de las tertulias y el ardor de las discusiones políticas y las conjuras de poder. Pregunte el precio y la compré. Ya e

Tarjeta amarilla

Ella estaba frente a la puerta de entrada de su casa (después lo supe), tratando de hacer girar la llave para abrirla, cuando yo pasaba por detrás. En ese instante - seguramente por coquetería - dobló la pierna derecha incrustándome el taco aguja justo abajo de la rodilla. - Uy perdón – balbuceó. - Full y tarjeta amarilla – contesté yo tratando de reírme para disimular el dolor. Ella se sonrió e insistió para que ingresara y poder curarme. Luego las cosas pasaron muy rápido. Nos fuimos a vivir juntos. Hoy andamos a las patadas pero ya no nos causan gracia. Gringotilo

Trabajo insalubre

A casi nadie le gusta el laburo que hace; por eso trata de hacerlo en las condiciones mas placenteras posibles. Y en mi caso no son esas cuando tengo que subir al colectivo a las seis de la tarde. Salen todos de laburar, malhumorados, con olor a chivo; si hay un asiento libre se le tiran encima aunque tengan que pisotear a una anciana paralítica. Pero es la mejor hora porque vienen todos llenos. Cualquiera me dejaba bien, así que al primero que llegó me subí después de dejar pasar una fila interminable de pasajeros. Entregué mi cospel y empecé a empujar rumbo al fondo por la fila del medio. Conseguí un buen lugar, detrás de una gorda con vaqueros ajustados y una pupera que reclamaba piedad. A su lado iba un pelado con un traje baqueteado por el rigor de la jornada que intentaba filtrar su mirada por el escote de su vecina. Así íbamos; todos apretados, bailando una danza esquizofrénica al compás de las frenadas, curvas y aceleraciones del bondi. Fue en uno de esos vaivenes que la gor

Invasión extraterrestre

Una luz enceguecedora partió la noche en dos. El objeto volador encontró el sitio adecuado y descendió lentamente. El hombrecillo giro su cabeza y mirando a su compañero exclamó visiblemente exaltado: ¡ Xpitli , adrgtli sprtnoritli , Krdgen ! . Xpitli asintió con la cabeza y, señalando hacia el exterior dijo pensativamente: tli srtli vrdugrtli , Trtcli . Dicho lo cual se pusieron unos trajes metalizados con escafandras y descendieron lentamente por el haz energético que surgía de la parte inferior de la nave. Después de escudriñar atentamente hacia todas las direcciones se encaminaron hacia lo que parecía ser una construcción ; se miraron y se pusieron alertas al constatar que había vida inteligente. Un ser extraño los miraba. En su extremidad superior sostenía un recipiente con una sustancia oscura y espumosa. No parecía un arma. Al acercarse, el ser les dijo extendiendo el recipiente: -¡Chi culiau ! ¿ que hacen así disfrazau con este calorononón ? sáquense el casco y vengan

Historias de aquella piecita de Alberdi II

Propiedades de la barrita de azufre La tradicional barrita de azufre, usada ancestralmente , sirve para hacer desaparecer la tortícolis y aliviar en general contracturas y dolores musculares; la energía corporal se transfiere a la barra hasta que se quiebra. Pero además sirve para salvarse de la colimba , es decir: del servicio militar obligatorio que debiera haber hecho yo como buen ciudadano y que perduró hasta que Charly (el gran Charly de la pizza con champán) lo abolió. Apenas cumplí 18 años me sortearon (me tocó ejército) y como estaba estudiando en la Universidad, solicité la prórroga al servicio militar obligatorio hasta que terminara de estudiar. Articulo 17 de la ley de servicio militar. Los años de estudios a poco de andar se transformaron en años de militancia política y finalmente dejé la carrera para tratar de trabajar en una fábrica lo que ameritaba tener la colimba hecha y para eso tenia que renunciar a la prórroga. Ya tenia 24 años y era medio grande

Retrato de Nora

No hay noche tan negra como tu pelo, no hay sangre tan roja como tu boca, tu mirada es un haz que perfora el misterio; Y las palabras... Las palabras se silencian en la palma húmeda de tu mano. Alberto Hernández 09/10/2010

Historias de aquella piecita de Alberdi I

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Ayer distraído volví con mis pasos a ese rinconcito del pasado y ahí estaba todavía. Le saqué un par de fotos porque no podía creer que hubiera resistido inalterable el cerco arrollador de los edificios de altura. Como hace exactamente 34 años ahí estaba la humilde piecita de aquel conventillo de Neuquén 176, dándole la espalda al local vacío del mítico "Lomitos 348" que ya mudó a otros sitios mas paquetes. Con el perfil exacto de sus viejos ladrillos y su techo de chapa viva, causante del clima de baño turco en el verano y de congelador en el invierno. Ahí esta todavía en pleno barrio Alberdi, en el corazón combativo y bien celeste del Clínicas, donde todavia, si se presta un poco de atención, se escuchan repicar los caños de los postes de luz llamando a resistir. ¡Cuántas historias guardan sus paredes y su techo de dos goteras! Se subía y tal vez se sube aun, por una escalera estrecha de hierro pegada al muro del fondo que se continuaba en un pasadizo protegido por una