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Mostrando las entradas de septiembre, 2012

Una piña soñada

Generalmente no recuerdo nada de lo que sueño. Solo algunas sensaciones e imágenes difusas que se me borran un par de minutos después de haberme despertado, pero que alcanzan a probarme que invariablemente sueño todas las noches. Me vienen a la memoria solo unos pocos en toda mi vida y la percepción de la existencia de algunos efectos especiales que se ponen en marcha en ellos; como por ejemplo que uno quiere correr por alguna causa, generalmente huyendo, y las piernas estan pesadas y no avanza ni un centimetro. O tira una trompada para defenderse de alguien y la mano parece de lana. Así varios más. Pero esa mañana recordé mi sueño. Estábamos en una especie de subsuelo donde reinaba la penumbra. No se quienes éramos. Afuera había mucha gente que protestaba, aparentemente enojada con nosotros. Alguien me dijo que saliera a calmar los ánimos, así que subí unos escalones que conducían a una gran abertura por donde entraba la luminosidad del día. Iba munido de una caja con helados p

Simón

 La noche del miércoles ocho de mayo de 1974 estaba fría y oscura. Y lo era mucho más en los techos del Sindicato de Mecánicos de Córdoba, donde estábamos apostados para defender las urnas que llevarían al “Chancho” Salamanca a su segundo mandato. Confluíamos casi todas las organizaciones de izquierda. Las que tenían experiencia en la lucha armada estaban ocupando los lugares más vulnerables de la sede gremial, que estaba en plena etapa de ampliación. Nosotros teníamos algunos fierros y por ello un puesto en la defensa de la sede ante la posibilidad de ataque de los “fachos” durante las dos noches en que las urnas deberían dormir allí. Como todo estaba tranquilo, despues de establecer los relevos con mis compañeros de puesto, salí a la terraza a otear el panorama. Pegados al muro que daba a la fachada del edificio y distribuidos a equidistante distancia se veían las sombras casi inmóviles de tres compañeros provistos de armas largas que cada tanto se asomaban para ver

Los libros de Río Segundo

Los días corrían con lentitud morbosa en marzo del año 1979; la represión en Córdoba había perdido la virulencia inicial trasladando su foco a Buenos Aires y otros puntos del país, aunque todavía el Cachorro seguía con sus operativos rastrillos, controles y detenciones masivas. Apenas volví de tierras pinochetistas de un viaje desopilante, por los infortunios mecánicos y nuestra propia locura, debuté con una nota en el suplemento económico del diario Tiempo de Córdoba (1), que coordinaba Jorgito y con el que colaboraba el Negrito, ambos cumpas de los años de militancia en Orientación Socialista. Ese fue el comienzo de mi breve período de actividad periodística. A esa nota siguieron otras y luego me incorporé a la redacción del diario, también en la sección economía, que estaba supervisada por la Fundación Mediterránea, por aquellos años de concepción desarrollista, lo que nos daba cierto margen para inyectar algunas ideas entre los resquicios del pensamiento neoliberal hegemóni