Trabajo insalubre

A casi nadie le gusta el laburo que hace; por eso trata de hacerlo en las condiciones mas placenteras posibles. Y en mi caso no son esas cuando tengo que subir al colectivo a las seis de la tarde. Salen todos de laburar, malhumorados, con olor a chivo; si hay un asiento libre se le tiran encima aunque tengan que pisotear a una anciana paralítica. Pero es la mejor hora porque vienen todos llenos. Cualquiera me dejaba bien, así que al primero que llegó me subí después de dejar pasar una fila interminable de pasajeros. Entregué mi cospel y empecé a empujar rumbo al fondo por la fila del medio. Conseguí un buen lugar, detrás de una gorda con vaqueros ajustados y una pupera que reclamaba piedad. A su lado iba un pelado con un traje baqueteado por el rigor de la jornada que intentaba filtrar su mirada por el escote de su vecina. Así íbamos; todos apretados, bailando una danza esquizofrénica al compás de las frenadas, curvas y aceleraciones del bondi. Fue en uno de esos vaivenes que la gorda gritó:
- ¡quien fue el hijo de puta que me tocó el culo! - y lo miró al pelado - ¡degenerado vos fuiste! ¡si ya te vi como me mirabas las tetas! - y la emprendió a golpes con el del traje que se defendía como podía. Los demás se le abalanzaron y lo empezaron a zamarrear. El colectivo se transformó en un pandemonium. Yo fui pechando como pude hacia la puerta; era hora de bajarme. Alcancé a tocar el timbre cuando se oia que la gorda pedía con chillidos al colectivero que fueran para la seccional más próxima. Cuando se detuvo y abrió la puerta me lancé afuera con la boca abierta tratando de inhalar todo el aire de la calle. Me fui silbando bajito mientras revisaba la billetera del pelado. Tenía unos cuantos billetes gordos. Valió la pena. Pero es insalubre trabajar así. Prefiero la peatonal aunque tenga que pirarme de los cobanis todo el tiempo.
Gringotilo

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