Nada como un quesito y un varietal cosecha 2006

Llegué a casa tarde y cansado. El día estuvo cargado de problemas. Mientras trataba de girar la llave de la puerta pensaba en el boludo de López; el cagadón que se mandó en la oficina y casi la ligo yo. Y para colmo la otra tumbada...Me dolía el cuerpo. Entré a la casa y pensé ¿y ahora que carajo como?. La rotisería del barrio ya cerró (¿porqué mierda cerrarán tan temprano?). Hacen horario de pueblo. Enciendo la luz y veo un montón de cucarachas (de esas chiquitas) que corren a esconderse. La reputa madre que las parió - me digo - con lo que le pagué al de la empresa de desinfecciones; desaparecieron por una semana y volvieron lo más campantes. Los de desinfecciones, ante mi reclamo dijeron: le vamos a poner un veneno más potente. Se lo pusieron y casi nos asfixiamos todos. Las putas cucarachas a la semana volvieron. Los que no volvieron más fueron los de la empresa de desinfecciones a los que les pagué un toco. Me cago en ellos y en las cucarachas de mierda. Tengo que pensar en que comer. Me acordé. Se me iluminó el rostro y ya empecé a olvidarme de las penurias del día. Tenía un quesito fontina, vinito....!Mi madre qué vinito¡ Lo tenia reservado para una ocasión especial, única. Un cabernet sauvignon cosecha 2006 de 110 mangos la botella. Lo guardaba para una cena romántica con Cristina, pero nos dejamos; y Diana - que ahora sale conmigo - toma esa porquería de agua saborizada. Necesitaba un mimo asi que me dije: ¡ma si, me lo hago recagar esta noche! Saqué el tinto de su escondite, traje la tablita, piqué el queso, desparramé las galletas y empecé la ceremonia sagrada de destapar ese vino de alta gama. Prolijamente corté la cubierta de plomo, dí vueltas el sacacorchos y cuando hizo ¡pop! me sentí un tipo feliz. Serví una copa enorme y redonda y me fui a poner más cómodo mientras lo dejaba airear como corresponde. Cuando volví tomé con delicadeza la copa, la hice girar un poco, disfruté el aroma y necesitado de una gran gratificación, me mandé un trago de aquéllos. Fue cuando mis ojos casi se me saltan de las órbitas y las náuseas me ganaron el estómago. Con el torrente rojo que me entraba por la garganta sentí unas patas y un cuerpo extraño y pestilente. Inmediatamente reaccioné, inflé los cachetes y estaba por escupir todo al piso, cuando en fracción de segundos pensé en los 110 mangos de la botella y la alta gama del varietal cosecha 2006. Entonces me frené, metí los dedos en mi boca, saqué la cucaracha de una tirón, dejé que escurriera el precioso líquido hacia mi estómago y me mandé varios pedazos de fontina y otro trago abundante de vino mientras le zapateaba un malambo al asqueroso bicho que estaba en pedo en el piso. Gringotilo

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