Un tipo solidario de saco y corbata.-



El tipo vestido de saco y corbata venia caminando pensativo. Eran alrededor de las tres de la tarde de unos de esos días sofocantes de Córdoba. Se lo notaba cansado después de una jornada de oficina o de trajinar la calle y apuraba el paso, tal vez para calmar los reclamos de su estómago o tumbarse cómodamente a dormir la siesta.

Por esa razón casi no vio al hombre de aspecto humilde que estaba sentado en el piso contra la pared. Tampoco oyó cuando le dijo suplicante: <¿me puede ayudar?>

-¡¡¡Me puede ayudar!!!- repitió alzando la voz el hombre desde el suelo.

El tipo de saco y corbata recién lo notó y le extendió la mano derecha casi automáticamente para levantarlo. Lo asió fuertemente de la muñeca pero no pudo. No comprendía como aquel raquítico hombre podía estar tan pesado. Se agachó entonces colocando su otro brazo bajo su axila derecha y tiró con todas sus fuerzas. El hombre no atinaba a afirmar sus pies, pero sus manos se aferraron a su cuello y su corbata, ahogándolo. Para poder zafar de esa situación el tipo de saco y corbata tironeó cayéndose para adelante y golpeando su cabeza contra la pared, pero logrando que el andrajoso abriera su mano liberándolo del ahogo. Entonces lo tomó de la cintura y lo empezó a izar con mucho esfuerzo hasta que la cara del sujeto se apoyó sobre su cara. Instantáneamente se sintió asqueado por el aliento alcohólico del pobre hombre que lanzó un eructo pestilente para inmediatamente volver a caer hacia atrás como un peso muerto pero arrancándole la solapa del saco en un intento de sujetarse a algo. El tipo de saco y corbata, con los pelos revueltos, transpiraba, bufaba y estaba ya en un estado tan lamentable que casi no tenia diferencia con el que había reclamado su ayuda. Finalmente consiguió evitar que cayera y con esfuerzo, mientras el andrajoso le metía los dedos en el ojo izquierdo y le pateaba los tobillos, lo pudo apoyar contra la pared dejándolo, un poco ladeado y tambaleante, pero erguido.

Vencido por el esfuerzo se tumbó en el piso contra la pared y con asombro vio como el otro hombre se sentó al lado de él.

-Oiga – gritó enojado el atribulado comedido – me costó un huevo ayudarlo a que se pare para que tranquilamente se vuelva a sentar como si nada, ¿sabe lo que es usted? –Y gesticulaba con las manos vomitándole los insultos más soeces que le vinieron a su boca desencajada.

- Yo no le pedí que me parara solo quería que me ayudara con unas monedas – dijo el andrajoso entre hipos y eructos.

El tipo de saco y corbata - ya a la miseria - miró al cielo y cerró los ojos mientras con los brazos extendidos y las palmas de las manos hacia arriba clamaba: ¡Señor, señor! ¿por que me das un día así? Fue cuando pasó un transeúnte y le dijo - tome buen hombre - poniéndole un puñado de monedas en sus manos.

El mendigo saltó furibundamente sobre él y empezó a pegarle diciéndole: ¡Hijo de puta, eso es mío, es mío. Este lugar es mío!

Gringotilo

Comentarios

Steki dijo…
Jajaja, buenísimo!
Por un momento pensé que el tipo de saco y corbata eras vos, jaja.
Cómo estás? Tanto tiempo!
Buen finde para ti.
BACI, STEKI.
Alberto dijo…
Sabes que no uso saco ni corbata? La corbata me parece un simbolo del establishman. Es ademas un recordatorio de que te tienen agarrado por el cuello y que no safas. Es un icono de la dominacion. Saco por ahi uso, sobretodo por la cantidad de bolsillos que tiene, eso me evita el tener que llevar un bolso o una cartera.
Como estas? eu estou muito bem (se me pego de mi estadia en rio) y no puedo todavia sacarme la arena de la espalda. Buen finde.
Anónimo dijo…
Me llevastes hata el sitio muy bueno, realmente hasta me canse viviendo lo del pobre tipo de saco y corbata.
Maricarmen

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