Sicarios
Me acosté temprano. Le dí el beso las buenas noches a mi compañera Diomar y me volteé para mi lado; bien para el borde de la cama porque tenemos conflictos térmicos corporales importantes; por esa razón todas las noches me saco de encima dos o tres mantas y las paso del lado de ella que es friolenta. Siempre me costó conciliar el sueño. Comienzo a dar vueltas para un lado y otro intentando pensar, con cierta dificultad, en cosas agradables (nunca me funcionó lo de las ovejas). Estaba en eso cuando sentí el chirriar de la puerta de entrada que se encuentra en el primer piso (planta baja para los argentinos); luego pasos. Diomar se sobresalto y también prestó atención. ¿Quién podría ser a esta hora si todos en la casa dormían? Inmediatamente se escucharon pasos en la escalera que conduce a los dormitorios y más pasos sobre el piso de madera que rechinaba. En mi vertiginosa asociación de imágenes pensé lo peor: sicarios que venían por mí. ¿Porqué me buscarían? ¿El ex marido despechado...