Treinta y siete años después, el León vuelve a rugir

El partido final se había desarrollado hasta allí en forma muy equilibrada, al igual que la primera final jugada en Pasto cuatro días antes. Los pastuzos juegan bien, toque y toque, pero no lastiman. El estadio de bote a bote, pintado de color rojo, por el Deportivo Pasto y más rojo por los Cardenales de Santa Fe que en las tribunas aguantan con la emoción contenida, contando los años, los meses, los días, horas y minutos de abstinencia de festejos ligueros. Fue en el minuto 71, en ese instante, cuando el empeine del pie derecho, ese pie mágico del argentino Omar Pérez, capitán e ídolo de la hinchada del Expreso Rojo, envió un tiro libre en una parábola exacta para la entrada de Jonathan Copete, quien le puso el idem a la jugada con un soberbio cabezazo al segundo palo. La pelota se anidó en la red y explotó el estadio, se desató la alegría, la emoción y el llanto tanto tiempo contenido. Los pastuzos se derrumbaron y prácticamente hasta el final solo fue un trámite interminable hacia el delirio.
Diego tiene 21 años y Roberto su hermano 15, ambos son hinchas de Independiente Santa Fe, o simplemente del Santa Fe. Decían que eran hinchas estoicos, por los relatos de sus mayores de las viejas glorias del equipo, pero al que nunca habían visto ganar un título de la liga colombiana. Gina, su madre, tenía un recuerdo borroso de aquel año de 1975 cuando lo consiguieron por última vez; tenía seis años. Todos estaban ansiosos al igual que tres o cuatro millones de bogotanos, vestidos con los colores rojiblancos y rodeados de cuanto fetiche pudieron encontrar para estimular la suerte de su equipo para alcanzar la séptima estrella.
El León (por un león de nombre Monaguillo adoptado de mascota en 1975 y que terminó sus días en el Zoológico de Santa Cruz varios años después) o el Expreso Rojo, como le dicen, fue el primer campeón del fútbol colombiano en 1948 y junto a Millonarios se reparten las hinchadas de la Capital y de gran parte del país. La rivalidad entre ellos desata un mar de pasiones, y si bien los azules tienen el doble de torneos ganados, también están sufriendo una sequía de títulos de liga de 24 años.
Colombia fue por mucho tiempo un destino elegido por los jugadores argentinos. Desde aquella recordada huelga de jugadores profesionales en 1948, cuando emigraron "La Saeta rubia" Alfredo Di Stefano, Néstor "Pipo" Rossi, Adolfo Pedernera, Julio Cozzi, René Pontoni y medio centenar más que dieron lugar a la "época dorada del fútbol colombiano". Los tres primeros fueron fundamentales para que Millonarios obtuviera tres título de la liga, una copa colombiana y lo apodaran el "ballet azul"por su juego vistoso. Hasta el gran "Charro" José Manuel Moreno llegó a jugar en Independiente Medellín, retirándose del futbol a los 44 años en 1961.
También el Independiente Santa Fe tiene un historial de jugadores argentinos. Y entre los máximos ídolos de la institución figuran varios: Juan José Ferrero y José Vicente Grecco dos ex Boca que brillaron en 1958; Carlos Alberto Pandolfi (ex Chacarita, Estudiantes y Nueva Chicago ) Goleador en el campeonato obtenido en 1975 y Hugo Gottardi (ex Racing y Estudiantes de La Plata entre otros) tambien goleador. Hoy ese lugar lo ocupa Omar Pérez, un ex Boca Juniors que es el Riquelme del Santa Fé. Por él pasan todas las pelotas, maneja el ritmo, pone pases punzantes y le pega como los dioses. De su botín derecho salió el córner que conectó de un testazo bien en lo alto, el morocho Julián Alveiro Quiñones García, para sellar el empate allá en Pasto y es uno de los goleadores del equipo.
Cuando los fuegos artificiales iluminaron el cielo bogotano desde el Estadio del Campín y los bocinazos atronaban, decidimos con Gina largarnos para el Parque Simón Bolivar, donde se iban a concentrar los festejos. Allá fuimos en una buseta que nos dejó en cuanto empezó el embotellamiento, así que a caminar hasta el parque. Durante el trayecto iban miles de autos a paso de hombre, embanderados, haciendo sonar sus bocinas; la gente cantaba, se abrazaba, lloraba, reía; la espuma caía como lluvia sobre los vehículos. Niños y jóvenes; hombres y mujeres que nunca habían podido festejar un campeonato daban rienda suelta a su emoción. En el parque, donde hace unos días Charly García convocó un multitud impresionante, esperaban ahora miles y miles de hinchas que movían sus pancartas, banderas, camisetas y gorros, en una danza alucinante al ritmo de bocinas, variedades de instrumentos musicales y el sonido que bajaba del escenario. Todo era rojo y blanco. Cuando entraron los héroes y el che capitán fue presentando al resto del equipo, fue la apoteosis. Y cuando gritó que iban por la octava estrella, mucho más. 
Según Gustavo Petro, alcalde de Bogotá, ha sido la mayor y más pacífica concentración deportiva a nivel mundial de que se tenga conocimiento. No sé si será así pero lo cierto es que para una sociedad desmovilizada, que no tiene el hábito de ganar las calles para expresarse en contra del terrorismo, de la corrupción, del desastroso sistema de salud, de las terribles desigualdades sociales, esta concentración ha sido histórica y le ha cambiado el humor a la mitad de los bogotanos. 
Sin pensarlo terminé saltando y cantando contagiado por Gina y esa marea roja y blanca, olvidándome de que esos colores están en las antípodas de los que han movido siempre mis sentimientos. 
Santafecita Bareño Rodríguez, hermosa beba nacida al momento de la consagración cardenal, no podrá sacarse de por vida el estigma de la séptima estrella que llenó de dicha a sus padres.
Cosas que provoca el fútbol.
"Bogotá, fue por fin la ciudad de la alegria" tituló un medio de prensa colombiano. Quién dice que esa alegría y esa energía social no sea capaz de vencer la violencia y ganar la paz. 
Cosas que provoca el fútbol.

Alberto Hernández

Comentarios

ORSHE dijo…
Excelente crónica deportiva(y..obviamente, social).

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